ESPÍRITU
AZUL
Suplemento
informativo de la página de Internet del Grupo VII de Scouts de
México
Abril de 2001
Año 2
No.15
Para
este mes tenemos un número pequeño pero ya viene el próximo número muy pronto. Y
bueno, pues primero lo primero.
Un
poco tarde pero extendemos una felicitación a Mor, Daniel Gómez Soto, quien en marzo
recibió su Lobo Rampante. Es el
segundo lobato en lograrlo después de una larga sequía,
¡enhorabuena!
Escríbenos
a:
Espirituazul@GRUPOVII.com
Mario
Luis Ramírez Nava (Amadito)
Mario
Luis Nava Ramírez, "Amadito" vivió 15 años y la mitad de su vida
fue lobato y scout del Grupo VII. Todos
estuvimos presentes y él nos acompañó.
El 15 de octubre de 1982, en ceremonia inédita y solemne le fueron
entregadas su segunda barra y el cordón de guía de patrulla.
Hemos trabajado mucho
en estos últimos meses en nuestra sección Biografías y ahora agregamos
a "Amadito".
Este
mes tenemos 12 fotografías nuevas en nuestras Galerías
de Abril.
Cronograma. Nos
remontamos a 1942 y el origen de la llave .
Libro de visitas.
Date
una vuelta y escríbenos un comentario.
Guillermo
Bellot Castro, Sub-Guía Tigre
Fotografía
tomada para una campaña nacional encabezada por Roberto Villaseñor Magaña, "El
Viejo" para la promoción del escultismo entre la juventud de aquel
entonces.
www.nps.gov
Guía de parques
nacionales de EUA
popularmechanics.com
Mecánica popular
www.mcafee.com
Antivirus Mcafee
EL ESPÍRITU DE AMADITO
Profesión:
Estudiante
Fecha
de nacimiento:
1967
Fecha
de ingreso al Movimiento:
1979
Fecha
de ingreso al Grupo VII:
1979
Mario
Luis Nava Ramírez, Amadito vivió 15 años y la mitad de su vida fue lobato y
scout del Grupo VII. Todos
estuvimos presentes y él nos acompañó.
El 15 de octubre de 1982, en ceremonia inédita y solemne le fueron
entregadas su segunda barra y el cordón de guía de patrulla.
De
muy pequeño, su tío, Amado Ramírez, antiguo Búho y ex Jefe de Tropa lo llevó a
la manada del grupo, de ahí lo de Amadito , de hecho fue rara la ocasión en que
se le llamó por su nombre. Su
estadía en la Patrulla Búhos no pudo haber sido en mejor momento, crisis, nada
raro, pero con Amadito al frente no se sintió. Sin cordón de guía, pero con la camiseta
bien puesta. Había nacido scout y
estaba escrito que dejaría huella a su paso por la tropa Roland Philipps. Era alto, fuerte, temerario y le gustaba
la velocidad, pero sobre todo tenía un espíritu que contagiaba.
En
ese entonces no éramos muchos, pero teníamos a Amadito. El inicio de la década de los 80 no
hubiera sido lo mismo sin él. No
había tropa que desconociera el poderío de ese reducido número de scouts y
Amadito representaba el 50 por ciento de todos nosotros. La llave era una de nuestras mayores
diversiones y Amadito nuestro pilar insustituible. En el antiguo local del Grupo 8, ubicado
en Ángel Urraza y Avenida Coyoacán no pudieron arrebatarnos ni un punto, sumando
a esto el arrastrón y un brazo roto de un scout del 8. El Grupo XIV de Chapultepec también
sufrió varias derrotas y nunca pudo con nosotros. Ni ante el mismo Clan del VII con Hunter
Pitman y gigantes sucumbimos o mejor dicho sucumbió Amadito, porque a pesar de
que éste era nuestro juego, para todos importante y diverso en la manera de
conceptualizarlo, no dejaba de tener un significado muy particular para él. La llave en sus manos pasaba a formar
parte de sus poderosos brazos hasta que rebasaba la línea de sus
contrincantes. Nunca perdimos un
juego.
Su
último campamento fue un Regional en el cual arrasó la Tropa del VII, el
irreconciliable 1, 2, 3. Antes de
la ceremonia de premiación y revista de uniformes corríamos al valle donde se
llevaría a cabo la clausura del campamento. Alguien le dijo: -¡tus borlas!- y
notó que las había olvidado. Con su sonrisa de siempre simplemente las sustituyó
por dos hojas de un árbol y santo remedio.
Uniforme completo. En el
futuro éste recurso fue muy socorrido y todos lo llegamos a utilizar
permaneciendo como una contribución de su espíritu, a veces indomable, pero
siempre noble y a veces, un poco loco.
Un
martes por la noche antes de iniciar junta de guías llevó un rifle de
diábolos. Le gustaban las emociones
fuertes. Apuntó a la sien de Juan
Daniel, jaló el gatillo y no sucedió nada.
Disparó de nuevo pero esta vez hacia arriba y una posta se incrustó en el
techo. Creo que durante esa junta
Juan Daniel nunca supo si realmente seguía vivo.
La
velocidad era otra de sus temeridades y el vértigo que producía el ser su
acompañante no tenía comparación.
Jamás chocó y a la par de las complicadas maniobras que realizaba sobre
el asfalto, su copiloto, un pequeño hámster blanco, que viajaba a través de las
mangas de su uniforme, salía por el cuello de su camisola y brincaba sobre el
volante y la palanca de velocidades.
Así era Amadito y el riesgo de ser su amigo. Inconscientemente podía poner en peligro
su vida propia y la de los demás, pero en sus cabales protegía a todos, sobre
todo a los más pequeños. Tal vez
porque siempre fue un niño.
No
había tronco pesado para las construcciones que Amadito no pudiera cargar y
sostener hasta que acabáramos el amarre.
No había juego de destreza en el que se le pudiera superar. Fuerza y temple en su persona que
complementaba con mucha chispa, una chispa que encendió la fogata de nuestros
corazones durante el tiempo que nos fue permitido contar con su presencia. Tenía 15 años de edad, pero de eso sólo
nos dimos cuenta hasta que partió.
Todos
estuvimos presentes y él nos acompañó.
Jorge de la Parra, el entonces Jefe de Tropa le entregó su segunda barra
y cordón de guía estando él ya postrado en su lecho de muerte. Fue guía sin cordón porque Dios lo
llamó. Es difícil olvidar la noche
y madrugada en que uniformados hicimos guardia a su lado. Tampoco se borra de mi memoria la
petición de su familia a la mañana siguiente de ser nosotros quienes llevaran
sus restos a hombros hasta su último lugar de descanso. Indudablemente lo más difícil fue cantar
Taps . Vivió intensamente y nos
dejó como legado el verdadero concepto de la alegría, en un premio que se otorga
al scout de la tropa que demuestra mayor entrega y chispa, el Espíritu de
Amadito . Lo representa un pequeño
Búho de su propiedad que se lleva al cuello, sobre la pañoleta azul de nuestros
recuerdos.
Podemos
perder todo en esta vida, pero jamás la alegría que la vida nos exige, simple y
sencillamente por habérsenos dado la oportunidad de vivir en este mundo. Amadito no estuvo mucho tiempo entre
nosotros, pero fue scout más tiempo que cualquier otro. El mensaje de su paso por el Grupo VII
fue muy claro: El scout siempre
ríe .
Del
jueves 14 de octubre de 1982 en adelante ninguna llave volvió a ser la misma,
primero porque hubo un luto en el juego y segundo porque sin él, se los aseguro
hubiéramos perdido, cosa que Amadito jamás nos hubiera
perdonado.
Semblanza
escrita en abril de 2001.
Iván
Guerra Villasana R.S.
Fotografía
tomada para una campaña nacional encabezada por Roberto Villaseñor Magaña, "El
Viejo" para la promoción del escultismo entre la juventud de aquel
entonces.
Año
de 1957